jueves, 24 de septiembre de 2015

Qué tendrá París que me vuelve loca... #microcuento

Respiro hondo, subo al avión y me pongo nerviosa en cuanto nos dan el mensaje de bienvenida.
Compruebo el cinturón unas cuantas veces, cinco o seis... Más bien diez.
Una hora y media, más o menos, con cielos despejados llego a París, emocionada e histérica. Me recogen en el aeropuerto, un hombre que habla castellano, tan bien lo habla que me invade la curiosidad y me dice que es de Madrid. Qué casualidad!
Me lleva al hotel Concorde Saint Lazare

Impresionante recepción, impresionante bar, impresionante todo...
Llego sobre las diez y me hacen esperar hasta las doce, merece la pena ya que me dan una suite. 
La habitación me invita a enamorarme de la ciudad y de sus vistas. La colcha es roja y terciopelada. Las sábanas blancas y una bañera que te sugiere una noche lujuriosa.
Hice fotos y me bajo, en recepción me llaman a un taxi y cinco minutos después estoy en la Torre Eiffel. 
Aquello me impresionó y subir las escaleras hasta el tercer piso más, no sólo por lo cansada que estoy, sino por las vistas que hacen que valga la pena cada peldaño.
Fotos y más fotos para que no olvide ningún rincón de esta mágica ciudad.
Besos y abrazos es lo que te viene a la cabeza, aparte de la mítica película de Tom Hanks y Meg Ryan; "Algo para Recordar" con otro escenario, claro.
A París hay que ir enamorado y pensar que será eterno, en lo medianamente posible. O a enamorarte allí. 
Sea como fuere, te vas de París con la sensación de que abandonas tu hogar, con ganas de quedarte y vivir una nueva etapa y experiencia.
Después de la Torre Eiffel, doy un paseo por el Sena, benditas deportivas; llego hasta el arco del triunfo y me encuentro con María Patiño, accede a una foto y volvemos a nuestras vidas. Sentarme a comer con pájaros al lado que se van alimentando de mis migas de pan.
Voy a las tiendas más prestigiosas y me siento Julia Roberts en Pretty Woman. A mi no me hacen la pelota por no llevar altas marcas. Y eso que voy vestida de Guess.
Hay un bus entero de Chinos, les ofrecen  champán, supongo que ellos se pueden gastar 3.000€ en un bolso de fiesta donde no te cabe ni las llaves.
De regreso al hotel ceno en su restaurante, pinchos de pescado, ¡buenísimo! Espero en el portal y me recoge una furgoneta que me lleva de ruta nocturna por París y ahí justo ahí te miro y sé que estaremos juntos mientras nos quede París.

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